viernes, 29 de marzo de 2013

Aquí vivió un escritor

La Asociación de Casas-Museo y Fundaciones de Escritores cumple veinte años con la vista fijada en Portugal y Latinoamérica. Recorremos los hogares de Cervantes, Unamuno, Valle Inclán, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez

 
Don Sancho y El Quijote, a la entrada de la casa de Cervantes, en Alcála de Henares./elcultural.es

Hace veinte años, en un congreso galdosiano celebrado en las Palmas de Gran Canaria, surgió la iniciativa de formar una entidad que acogiera a las casas-museo españolas. Rosa María Quintana, directora de la casa-museo del autor de Fortunata y Jacinta, consciente de que este tipo de instituciones existían desde hacía tiempo en Europa, favoreció junto con otras cinco casas-museo el nacimiento de ACAMFE (Asociación de Casas-Museo y Fundaciones de Escritores) en 1993. Desde entonces ha ido creciendo a razón de unas cuatro casas-museo cada año. ACAMFE tiene ahora puestas sus miras en Portugal, explica su presidente, Antonio González Padrón, director además de la casa-museo León y Castillo en Telde, Gran Canaria. “Tenemos vocación iberoamericana e hispanolusitana, en el sentido de que queremos llegar a todos los países herederos de la cultura española y portuguesa". Este deseo de expansión se puso de manifiesto hace algunos años, y ha dado como resultado el primer congreso ibérico de casas-museo, organizado en Santiago de Compostela y Guimarães. En septiembre se organizará el segundo congreso, anuncia González.

La asociación parece una gran familia, unida por la pasión por la literatura y el afán por generar conocimiento. Cada año reciben unos 2-2,5 millones de visitantes, y acogen a casi 10.000 investigadores, sobre todo universitarios. “Las ilusiones que pusieron los creadores hacen que ahora estemos recogiendo frutos”, declara, aunque reconoce que los tiempos no son los mejores. El Ministerio de Cultura había arropado tradicionalmente a ACAMFE a base de subvenciones, que no llegan desde hace dos años. Por suerte cuentan con grandes patrocinadores, como la Residencia de Estudiantes, que también acoge su sede, y la Real Academia de la Historia, “cuyo director se ha desvivido por nosotros”. “Estamos recibiendo solicitudes. Tenemos como norma no ir a buscar a la casa-museo, sino que unas inviten a otras de la región”. La última que entró fue la Fundación Eça de Queiros. Ya son 46. Y sumando.



Ramón María del Valle-Inclán

Galicia acoge una casa-museo, un museo y una fundación consagrados al creador del esperpento. El autor de Luces de Bohemia y Tirano Banderas nació en 1866 en Vilanova de Arousa (Pontevedra), una villa marinera en la que se encuentra la Casa del cuadrante, el hogar de este escritor de barba larguísima y anteojos observadores, situada en el casco antiguo. Desde sus ventanas, un Valle-Inclán aún niño construía un imaginario plagado de duendes, meigas y almas en pena, profundamente alimentado por las historias que le relataba “una doncella muy vieja que se llamaba Micaela La Galana”, y que se convertirían en un fructífero material que en 1903 vio la luz en el libro de cuentos Jardín umbrío. En el mismo pueblo se localiza la Fundación Valle-Inclán, nombrada bien de interés cultural y de interés gallego.
En A Pobra do Caramiñal (A Coruña) se alza el Museo Valle-Inclán, un monumental edificio renacentista en el que se albergan y conservan objetos y testimonios vinculados a la vida del escritor. Fundado en 1981, fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional, y desarrolla la Semana Valle-Inclán, en torno al aniversario de su nacimiento.




Miguel de Unamuno

Al lado de la antigua Universidad de Salamanca se alza un edificio barroco, de dos plantas, donde residían los rectores de la institución. Bajo ese techo vivió Unamundo durante los años que ostentó el cargo, desde que fue elegido en 1900. En la década de los 50 se convirtió en casa-museo para perpetuar la memoria del escritor y acoger su archivo y su biblioteca personales. Cuenta además con una zona dedicada a la investigación y a la consulta especializada de sus fondos. Otro museo dedicado al escritor se encuentra en Fuerteventura, donde Unamuno se alojó durante el confinamiento decretado por Primo de Rivera en 1924.





Miguel de Cervantes

En Alcalá de Henares nació y creció la más célebre de las plumas españolas, en una casa de dos plantas, jardín y patio columnado, en plena calle Mayor de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En las salas del Museo Casa Natal de Cervantes, decoradas como corresponde a una familia acomodada del Siglo de Oro, se exhiben varias ediciones del Quijote, desde una de 1605 hasta algunas ilustradas por Dalí o Canogar, además de traducciones en numerosas lenguas y alfabetos. El material está en continuo crecimiento gracias a las donaciones y adquisiciones anuales.





Lope de Vega

Como no podía ser de otro modo, La Casa Museo Lope de Vega está situada en pleno centro del Barrio de las Letras de Madrid. El dramaturgo la adquirió en 1610 y vivió en ella durante 25 años, hasta su muerte. Tras su identificación y rehabilitación, fue abierta al público en 1935. En el proyecto estuvieron involucrados intelectuales de la talla de Ramón Menéndez Pidal o Manuel Gómez Moreno. Entre sus fondos se incorporaron depósitos del Museo del Prado, el Museo Arqueológico Nacional y la Biblioteca Nacional, entre otras instituciones, y alberga obras de arte, mobiliario y ediciones de obras del autor.





Miguel Hernández

“En Orihuela, su pueblo y el mío”, escribió el poeta en su “Elegía a Ramón Sijé”. En este pueblo Alcantino se levanta su casa-museo, junto a la sede de su Fundación, precisamente en la calle que lleva su nombre. Ahí se crió junto a sus hermanos uno de los escritores más comprometidos con los padecimientos de las clases populares, reflejados en el heroico Viento del pueblo y el amargo El hombre acecha. Durante la Guerra Civil cantó a la muerte, a la injusticia y a la libertad, y por ello dio con sus huesos en la cárcel, donde desarrolló una gran producción poética que intentaba dar fuerzas a los perdedores de la contienda y a su familia. Entre los oscuros muros de la prisión dedicó a su segundo hijo las “Nanas de la cebolla”. Apenas pudo conocerle, pues Hernández expiró en 1942, a los 31 años. No fue hasta 1981 que se creó su museo, aunque el Ayuntamiento de Orihuela había iniciado los trámites en 1974.





Federico García Lorca

“Fuente Vaqueros se llama este pueblo: Fuente que tiene su corazón en la fuente del agua bienhechora", escribió Lorca. Una típica casa de labranza en este pueblo granadino le vio nacer en 1989. Casi un siglo después, fue adquirida por la Diputación de Granada y en 1986 se convirtió en un museo destinado a mantener viva la memoria del poeta que mejor supo capturar el carácter de la Andalucía profunda, retratada en La casa de Bernarda Alba y Yerma. Junto a la casa, un pequeño granero acoge una sala de exposiciones en la que se exhiben sus libros, sus dibujos y sus cartas. Asimismo, cuenta con el legado de Anna María Dalí, hermana del pintor con el que Lorca trabó amistad en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Incorporaciones del archivo del historiador Ian Gibson y la partida de defunción del poeta, "fallecido a consecuencia de heridas producidas por hecho de guerra", completan la colección.





Juan Ramón Jiménez

En Moguer, en la misma calle con nombre del poeta, se encuentra la Fundación Zenobia y Juan Ramón Jiménez, albergada en la misma casa en la que pasó su infancia. El edificio, construido en el siglo XVIII y de estilo puramente andaluz, fue restaurado por la familia del escritor y desde 1956 se convirtió en casa-museo, cuando el autor de Platero y yo fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, la institución no abrió sus puertas hasta 1958. En ella se conserva la biblioteca particular de Juan Ramón Jiménez, que cuenta con 3.500 volúmenes y 7.500 revistas. Además, se exponen pinturas realizadas por el propio poeta y por artistas amigos de la familia, como Joaquín Sorolla y Gregorio Prieto.





Benito Pérez-Galdós

El mejor cronista del siglo XIX nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, en un inmueble que todavía conserva la arquitectura doméstica del barrio de Triana. La casa-museo, abierta al público desde 1964, recrea el ambiente familiar galdosiano, y guarda un espacio especial para la relación del autor de Fortunata y Jacinta con sus islas. El edificio está distribuido siguiendo el modelo tradicional, en torno a dos patios centrales, y mantiene casi intactas la estructura y los materiales originales. Sus salas alojan mobiliario, obras de arte y fotografías que dan testimonio de la vida cotidiana del escritor. El centro cuenta además con los servicios de Biblioteca y Departamento de Educación y Acción Cultural (DEAC), que dispone para el público el patrimonio bibliográfico y documental de Galdós.



Entrevista con Antonio González Padrón, presidente de ACAMFE y director de la casa-museo León y Castillo en Telde, Gran Canaria - ¿Cómo surge la iniciativa de formar la asociación?
- En un congreso en la casa-museo de Galdós en las Palmas de Gran Canaria, su entonces directora, Rosa María Quintana, junto con Gonzalo Rey Lama, de la Fundación Rosalía de Castro, y las casas Museo de Unamuno, Lorca, Juan Ramón Jiménez y Azorín, se reunieron para lanzar la idea de crear una asociación. En Europa existían desde hacía tiempo. Tras esa reunión informal, se formalizaron unos estatutos y se llevó a cabo una búsqueda de otras casas-museo, para que no fueran tan pocas. A partir de ahí ha ido creciendo con una media de cuatro casas anuales hasta el día de hoy. En la actualidad seguimos recibiendo solicitudes. Tenemos como norma no ir a buscar a la casa-museo, sino que unas inviten a otras de la región. La última que entró fue la de Eça de Queirós. De Portugal hemos recibido interés de unas diez, pero hay una cuota y algunas no se lo pueden permitir.

- ¿Qué balance hace de estos 20 años?
- Las ilusiones que pusieron los creadores, las voluntades, hacen que estemos recogiendo frutos. Somos una asociación sin ánimo de lucro, con un carácter de servicio público. Intentamos aunar esfuerzos para que nuestros autores sean leídos, y tenemos una inercia de colaboración entre todas las casas-museo. Nos conocemos con nombres y apellidos, sabemos cómo somos, y esto nos permite trabajar como un equipo compacto. Es una labor de años.

- ¿A qué tipo de público atrae una casa-museo?
- Movemos entre dos millones y dos millones y medio de visitantes. Los inmuebles en sí ya son una bellísima lección de historia de la arquitectura, pero ademas atesoran pinturas, esculturas, porcelanas... Y lo más importante, el legado de nuestros autores: bibliotecas, libros antiguos... Acogemos a casi 10.000 investigadores, sobre todo universitarios, que viene para documentarse sobre nuestros escritores.

- La documentación a nivel biográfico y bibliográfica será extensísima.
- Sí, porque además de casa-museo, somos centros de estudio de nuestro personaje, de primera mano. También colaboramos con universidades y formamos a estudiantes de museología.

- ¿Cómo se financia la asociación?
- Tradicionalmente el Ministerio de Cultura nos ha arropado mediante subvenciones para proyectos. Los dos últimos años no hemos recibido esa ayuda directa, pero nos aporta cobertura legal y asesoramiento, cosas que no se cuantifican con dinero. También hemos contado con grandes patrocinadores, como la Residencia de Estudiantes y la Real Academia de la Historia, cuyo director se ha desvivido por nosotros. Y por supuesto “los clásicos”, personas básicas para el desarrollo de ACAMFE durante años. Tenemos acuerdos con la Asociación de Archiveros de Aragón, con la Fundación San Pablo CEU y estamos comenzando una cooperación con Instituto Cervantes.

- ¿Cómo se perfila el futuro?
- Desde hace unos años se ha mostrado el deseo de crecer hacia Iberoamérica, especialmente hacia Portugal. Se organizó el primer congreso ibérico de casas-museo, organizado en Santiago de Compostela y Guimarães. Santiago, porque gracias al Camino ha sido la ciudad más internacional de España, y Guimarães, porque es la cuna de Portugal y en 2012 fue capital cultural europea. Para septiembre habrá un segundo congreso. Tenemos vocación iberoamericana, vocación hispanolusitana, en el sentido de que tenemos que llegar a todos los países que son herederos de estas culturas. Nos interesan Timor, Filipinas, Angola... porque cuando hablamos de Iberoamérica tenemos que pensar que nuestros idiomas se hablan en los cinco continentes, y nuestros autores son leídos en todas partes del mundo. Protegemos la literatura en cualquier idioma de España y Portugal, y queremos fomentar la riqueza lingüística.