viernes, 22 de agosto de 2014

Premio gigante para la biblioteca de La Hormiga en Putumayo

 Esta población fue reconocida con el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas


Gloria Stella Nupán, bibliotecaria de Valle del Guamuez, viajará a hacer una pasantía en España, a sus 45 años./eltiempo.com

Gloria Stella Nupán, que desde hace 21 años es la bibliotecaria de La Hormiga (Putumayo), está acostumbrada a trabajar en medio del conflicto que envuelve a esta población. No la sorprende la presencia de hombres armados y, en cambio, sí lo hace la inocencia de los niños que acuden en busca de libros. Alguna vez, cuando llevó una parte de la biblioteca Luis Carlos Galán Sarmiento, del Valle del Guamuez, a la vereda Las Malvinas, se conmovió con una niña llamada Camila.
“Ella, con su traje de campesina, se acercó y nos preguntó si podía leer aunque no estuviera estudiando –recuerda Nupán–. Yo le pregunté por qué no estudiaba, y ella respondió: ‘Porque mi papá me retiró, pero yo aprendo todos los días escuchando desde el andén del colegio’ ”.
Gracias a su labor, Nupán y la biblioteca en que trabaja fueron los ganadores de la primera edición del Premio Nacional de Bibliotecas Públicas ‘Daniel Samper Ortega’, organizado por el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional de Colombia y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.
El premio es de 50 millones de pesos, que servirán para fortalecer su labor de promoción de la lectura, gracias a la cual sus habitantes afrontan de una manera diferente la violencia que los rodea.
La biblioteca tiene 5.400 libros, para una población de unos 50 mil habitantes. Sus labores se extienden a las zonas más alejadas del pueblo.
“Una vez, estábamos saliendo de una de las jornadas de lectura de cuentos infantiles –cuenta Nupán– y uno de los voluntarios, José Vallejo, me dijo que no me fuera a asustar, que íbamos a ver a muchas personas armadas. Yo le dije en broma que ya sabía que eran cazadores. Pero lo que no me imaginaba es que en ese grupo estuviera un muchacho que hacía poco tiempo había estado con nosotros en las lecturas de cuentos... Yo grité ‘Es él’ y me desmoralicé mucho”.
La bibliotecaria, entonces, recuerda que, cuando deja de ir a alguna de las veredas, la gente les reclama por qué no han vuelto.
“Eso nos hace ver que, a pesar de las adversidades, sí vale la pena caminar las horas que sean necesarias para llevar la literatura a quienes no tienen acceso a ella”.
Ahora, la librera del Valle del Guamuez, que tiene 45 años, viajará a España, pues parte del premio consiste en una pasantía en una biblioteca de ese país. Pese a todo, no deja de sentirse nerviosa: “Eso es muy lejos y uno no sabe. Espero ir a aprender muchas cosas, venir a aplicarlas acá y mirar qué cosas se pueden practicar en las veredas y en la comunidad. Pero igual da mucho miedo pensar que voy a estar tan lejos de la familia y del pueblo. Me voy por un mes y el tiempo que más me he alejado de La Hormiga ha sido ocho días…”.
La letra sin sangre entra
Valle del Guamuez es el nombre oficial del municipio, cuya cabecera es más conocida como La Hormiga. Tiene más o menos 50.000 habitantes y, de ellos, 700 son afiliados activos de la biblioteca. Nupán recuerda que esta empezó a funcionar en 1979, con carácter ambulante. “El director tenía solo su oficina y dos estantes de libros. Ahí la gente iba a consultar. En 1992, nombraron a la primera bibliotecaria y al siguiente año llegué yo”, recuerda Nupán, que al comienzo atendía solamente a unas siete personas por día.
Hoy, en sus estantes reposan 5.400 títulos (casi un libro por cada diez habitantes) y el número ha ido creciendo gracias a colecciones gratuitas, como las del programa Leer es mi cuento, del MinCultura.
En el año 2004, escucharon que su modesta iniciativa se podía inscribir en la Red de Bibliotecas Públicas, y así lo hicieron. De esta forma, recibieron apoyo no solo para su labor primaria, sino también con otras actividades paralelas, como la revista Katharsis, el programa radial El hormiguero, las tertulias quincenales y la entrega de libros y momentos culturales en veredas aledañas al municipio.
El espacio de radio, que en sus inicios se llamaba El destrabe, tiene entre sus secciones ‘La voz del autor’, ‘Los niños cuentan’, ‘Escarbando ritmos’, ‘La biblioteca es tu colonia’ y ‘Escarbando ideas’, donde los jóvenes acuden a debatir un tema en cada emisión, los domingos de 10 a 11 a. m.
“Para las personas ha sido un espacio vital lo que la biblioteca les ofrece porque le hemos ganado el espacio a la guerra, y eso es lo que las personas han valorado mucho”, comenta Jorge Andrés Cancimance, un joven de 27 años, miembro del Grupo Amigos de la Biblioteca (GAB), que fue creado en el año 2004 y es conformado por 14 jóvenes y adultos voluntarios que buscan promover la lectura y la escritura. Él está terminando un doctorado en Antropología y justamente su tesis está relacionada con La Hormiga, donde nació.
“Retrocediendo a la época en que yo vivía allá, recuerdo que las posibilidades que me ofrecía el contexto eran ser guerrillero o ser paramilitar. Pero cuando fui usuario de la biblioteca siendo niño, los cuentos me incentivaron a buscar la posibilidad de estudiar en Bogotá y así lo hice”, confiesa Cancimance. Gracias a los libros, él viajó a los 17 años a Bogotá, a estudiar Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia.
Páginas de desahogo
Cancimance asegura que, además de ser una entrega cultural que le hacen cada año a la comunidad, la revista “es también un espacio para hacer catarsis (como el nombre de la revista), de cosas que la guerra no nos permite. Durante los controles armados del bloque sur de las AUC, la población no podía expresar su dolor emocional frente a las pérdidas constantes; la revista nació en pleno auge del paramilitarismo en la región y lo hizo justamente con la intención de ser un espacio en el que las personas pudieran expresar esos dolores que la guerra no les permitía expresar”.
“Creamos secciones donde, de forma anónima, la gente escribía sus historias dolorosas y de esa forma se desahogaba. No había otro espacio porque la guerra había invadido cualquier posibilidad de que se expresaran”, agrega. La revista también incluye poemas, mitos y todo tipo de temas relacionados con la tradición oral de la región.
El voluntario destaca las barreras que ha logrado derribar la lectura en las veredas: “Nosotros, a pesar de ser institución del Estado, por ser una biblioteca pública, sí podemos entrar a zonas vetadas por diferentes grupos armados, como no lo puede hacer, por ejemplo, el ICBF. La literatura es una práctica muy sutil para ganarle espacio a la guerra”.
El premio tiene otro sabor especial porque los hoy ganadores casi no se inscriben. La información llegó tarde al municipio, apenas dos días antes del cierre de la convocatoria. “Por lo general, todo ese tipo de información llega directamente a la Alcaldía, y como ellos no valoran ese tipo de iniciativas, no las socializan”, explica Cancimance.
Los servicios de la biblioteca cuentan con 700 afiliados activos. Además del préstamo de libros, incluyen una revista, un programa de radio, tertulias literarias y cine foros.
La inscripción se logró a pesar de la premura del tiempo, y por ello no aguardaban mayores esperanzas siquiera de ser aceptados. “Cuando vimos que quedamos entre los nueve finalistas, pensamos que eso ya era mucho porque la biblioteca ya se reconocía en todo el país –apunta Nupán–, pero lo que menos nos imaginábamos fue lo que nos dijeron en una llamada: que la directora de la Biblioteca Nacional nos haría una visita”.
“Cuando nos confirmaron que ya estábamos entre los tres finalistas y nosotros éramos los primeros, no lo podíamos creer, porque eso nos ayudaría mucho para que nos reconocieran y para lograr los recursos económicos que nos hacían falta para la próxima publicación de Katharsis”, agrega la bibliotecaria.
“A nadie le dije que éramos los ganadores, pero los reuní a todos en el parque para anunciarles que debíamos hacer un plan de inversión –recuerda Nupán–. Jorge Andrés, quien además fue el último en enterarse, propuso que hiciéramos dos planes, uno si nos ganábamos el segundo o tercer lugar, y otro si nos ganábamos el primero. En ese momento intervine y les dije que no se preocuparan, que lo hiciéramos sobre 50 millones de pesos, que eso era lo que nos habíamos ganado. Todos se pusieron a gritar por todo el parque que habíamos ganado, todos estaban muy emocionados, y hasta las campanas de la iglesia empezaron a sonar”.
Los habitantes del pueblo (llamados valleguamuences) se enteraron por la emisora comunitaria y por Facebook de que la Biblioteca Pública Luis Carlos Galán Sarmiento, la misma de su municipio, había sido la ganadora de este premio. “Como ahora estamos entre las mejores bibliotecas de Colombia, la gente ha empezado a decir que hay que seguir viniendo”, concluye Nupán con una sonrisa.
Un reconocimiento a la promoción de la lectura
De las 127 bibliotecas públicas que se inscribieron, el segundo y el tercer puesto fueron para la Biblioteca Municipal Desepaz (Cali) y la Departamental Julio Pérez Ferrero (Cúcuta), respectivamente. Cada una de ellas recibirá 15 millones de pesos y una pasantía en alguna de las afiliadas a la Red de Bibliotecas de América Latina.
Este galardón será de carácter anual, y para cada edición podrán ser postuladas bibliotecas públicas estatales departamentales, distritales, municipales, rurales, indígenas o de consejos comunitarios afrocolombianos del país, o bibliotecas, tanto comunitarias como privadas, que se encuentren registradas en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.